Por Eugenio Yáñez

RECORDAR Y VIVIR LA MISERICORDIA

“…los “Voceros Católicos” llamados a iluminar el debate nacional o los grandes problemas que afectan a nuestro país, deben dar testimonio de misericordia y justicia. Debemos tener la “cabeza fría” y el corazón cálido. La misericordia no le resta valor a la justicia, ni la vuelve superflua.”

Frente a las múltiples crisis (políticas, económicas, éticas) que experimentamos en nuestra época, se nos señala que la solución a las diferentes crisis pasa por "repensar" los principios e instituciones sobre los cuales se ha fundado nuestra sociedad, al menos la occidental. De este modo, hay que "repensar" la democracia, la familia, la libertad, el amor, etc. Así las cosas, la democracia deviene en demagogia, la familia se transforma en "tipos de familia", la libertad en libertinaje, el amor, en un mero sentimiento superficial, sin mayor compromiso. El Papa Francisco, por el contrario, nos llama a recordar los viejos principios, o más bien a enfrentar los nuevos problemas a partir de los antiguos principios (nova et vetera). Uno de estos es precisamente la misericordia, cuyo rostro es Jesucristo. Dios "rico en misericordia" (Éf 2, 4) nos irradia su misericordia, que no es "una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor" (Misericordiae vultus 6). Porque el mundo está necesitado de misericordia, el Papa Francisco anunció un Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que se inaugura el 8 de diciembre del 2015 y concluye el 20 de noviembre de 2016 en la solemnidad litúrgica de Jesucristo Rey del Universo. En su Bula de convocación del jubileo extraordinario de la misericordia el Papa recuerda las palabras de san Juan XXIII: "En nuestro tiempo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad" (4).

Francisco nos llama a vivir y anunciar la misericordia. "En nuestro tiempo – nos dice el Papa – , en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo" 12). En efecto, el tema no es nuevo en el Magisterio Universal. Baste con recordar Dives in misericordia de san Juan Pablo II.

Los católicos estamos llamados especialmente a ser signos de misericordia, lo cual no implica ignorar la justicia. Ambas, "no son dos momentos contrastados entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su culmen en la plenitud del amor" (Misericordiae vultus 20). Más aún, los "Voceros Católicos" llamados a iluminar el debate nacional o los grandes problemas que afectan a nuestro país, deben dar testimonio de misericordia y justicia. Debemos tener la "cabeza fría" y el corazón cálido. La misericordia no le resta valor a la justicia, ni la vuelve superflua. "Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está en la base de una verdadera justicia" (Misericordiae vultus, 21). En consecuencia, el llamado no es a repensar la misericordia, sino a vivirla y practicarla.